Wang Ye acababa de aplastar brutalmente la muñeca de Yao Hang y luego soltó su mano, empujando a Yao Hang hacia atrás y provocando su caída al suelo.
En ese momento, el sonido de la muñeca siendo aplastada casi fue escuchado por todos los presentes.
Todos sabían lo que eso significaba y, por un instante, todos no pudieron evitar respirar hondo, recordando el sonido de la muñeca de Yao Hang siendo aplastada y sintiendo ellos mismos una ola de dolor.
—Está roto, está roto, ah, mi muñeca... —Yao Hang nunca antes había recibido una lección así. Siendo uno de los veinte Grupos de Joyería más importantes del País del Dragón, casi todos trataban a Yao Hang con gran respeto.
Y desde joven, Yao Hang también había sido consentido por su familia.
Nunca había sido disciplinado.
Se podría decir que esta era la primera vez que Yao Hang había sido herido tan seriamente y castigado tan severamente desde su infancia.
Las lágrimas no pudieron evitar brotar de los ojos de Yao Hang.