Las palabras de Wang Ye solidificaron instantáneamente la determinación en los ojos de Long Qingtian y Xu Heng.
Long Qingtian tomó una respiración profunda.—Naturalmente, debemos proteger nuestra era de paz y prosperidad. Según Wang Ye, los seres en las reliquias antiguas no nos guardan rencor.
—Entonces, ¿podemos pedirles ayuda? —preguntó Xu Heng con un atisbo de esperanza en su rostro.
Sabía que los seres en las reliquias antiguas eran muy poderosos.
Si pudieran conseguir que esos seres de las reliquias antiguas los ayudaran, jugaría un papel de importancia crítica en sus próximos arreglos.
Sin embargo.
Wang Ye negó con la cabeza.—Eso no será posible.
Bajo la mirada de Xu Heng y Long Qingtian, la voz de Wang Ye continuó.—Los seres en las reliquias antiguas, para disipar el Qi verdadera, podrían necesitar romper algo.