Naomi jadeó fuerte, tratando de recobrar el aliento mientras entraba al baño, cerrando la puerta de un golpe y apoyando su espalda contra ella.
—Te follaré tan fuerte que me rogarás que pare. Rogarás y rogarás Naomi, pero te ataré y seguiré follándote en su lugar. Te tomaré en todas las posiciones y ángulos, y no me importará si lleva toda la noche —sus palabras inundaron su mente, haciendo temblar sus labios mientras lentamente retiraba su cabello de su cara, sus dedos temblando por lo que él había dicho.
¿Temblaba de miedo, expectativa o deseo? No sabía, pero ya estaba fantaseando con estar juntos.
—¡Argh! Concéntrate Naomi —se reprendió a sí misma, sonrojándose furiosamente al darse cuenta de lo pervertida que se estaba volviendo.
—¿Estás bien ahí dentro? —preguntó Daniel, tocando la puerta.
Los ojos de Naomi se abrieron de par en par y ella, reflejamente, se giró hacia la puerta, sujetando la perilla y empujándola hacia atrás, impidiéndole entrar.