Hubo un estruendo al otro lado de la línea, haciendo que sus cejas se fruncieran.
—¿Qué pasa?
—Nada —respondió él, bruscamente. Se levantaba para apoyarse en el cabecero de la cama—. Dame un segundo.
Con eso, se giró para tocar a la chica que estaba tumbada a su lado en la cama. Estaba desnuda y apenas cubierta con las mantas.
—Eh... ¿Qué pasa? —Ella gimió, abriendo los ojos muy lentamente.
Talia rodó los ojos por teléfono mientras esperaba, escuchando claramente lo que sucedía.
—Sal de mi cuarto, j*der. No regento un hogar de caridad aquí. Ya son las 8:00 a.m. —La tocaba furiosamente, con las cejas fruncidas en frustración y asco.
Así ha sido siempre.
Él coquetearía contigo y te seduciría para llevarte a la cama, pero una vez que caes en sus trucos y te revuelcas en las sábanas con él, eso sería todo. Ya ha terminado contigo.
La chica se levantó tambaleante, sosteniéndose la cabeza.