Estos trabajadores de la construcción, al escuchar sus palabras, se quedaron atónitos, sintiéndose algo mareados.
—Señor Qin, usted no está bromeando, ¿verdad? —preguntó el hombre de piel oscura, mirándolo.
Todos los demás trabajadores de la construcción también lo miraban, sus ojos llenos de emoción.
—Todos, estén tranquilos, cuando llegue el momento, firmaremos un contrato de trabajo que tiene protección legal —dijo Qin Hao con una sonrisa—. Además, yo, Qin Hao, soy el hombre más rico del mundo, así que esta cantidad de dinero definitivamente está dentro de mi capacidad.
Todos asintieron en acuerdo, convencidos por su reputación como el hombre más rico del mundo.
Poco después, Xia Yingjie salió con su equipo, llevando una gruesa lista de compras; ya habían obtenido mucha evidencia.
La evidencia más concreta seguía siendo esas altas barras de acero en el sitio de construcción.