Caleb había viajado directamente a través de la noche, impulsado a velocidades que ni su rápida curación habría podido remediar si hubiera tenido un accidente. Pero valía la pena correr el riesgo.
Todo el viaje, lo único que quería era estar cerca de ella una vez más. Y después de llegar a Invierno, su anticipación solo creció. Sentir el vínculo entre ellos, escuchar su voz, y ver su sonrisa.
—¡Apártate de mí!
Como si un genio retorcido hubiera concedido su deseo, la escuchó en la distancia. A pesar de que sonaba trastornada y enfada, se apresuró a encontrarla.
—¡Tú y Caleb tenéis que entender que no os quiero! ¡No quiero a los lobos de Verano! ¡Granger es el hombre al que amo, mi verdadero compañero!
El impacto de sus palabras lo golpeó como un muro de ladrillos en su camino. Sus pies simplemente se detuvieron donde habían aterrizado. ¿Cómo pudo haber olvidado, aunque fuera por un momento, cuánto despreciaba ella su vínculo? Era un salvavidas para él, pero una cadena para ella.