Estás equivocado

—No... —Ashleigh susurró para sí misma, negando con la cabeza—. Eso no fue real.

Se levantó de su cama y fue al baño. Primero, echándose agua fría en la cara para ayudarse a concentrarse. Luego, mirándose a los ojos en el espejo, trató de ordenar sus pensamientos.

—Mi corazón se detuvo —dijo en voz baja—, real.

—Fui... apuñalada... en el corazón, no real. —Aunque sabía que era un sueño, las palabras eran difíciles de decir. Y el miedo que Ashleigh había sentido seguía siendo muy genuino.

Granger apareció en su mente, mirándola, su cara cubierta de moretones en la habitación del hospital.

—Real —dijo tristemente.

—Te lo juro, Ash, ¡pensé que era una flecha de práctica! Solo quería sorprenderlo, golpearlo y hacer que perdiera la concentración el tiempo suficiente para poder escapar. No quería herirlo. No realmente. —Las palabras de Granger, y las lágrimas que había derramado con ellas, entraron en su mente.

—¿Real? —dijo, sin estar segura de por qué era una pregunta.