Alicia observaba desde la copa de los árboles —los había notado hace más de una hora—. Pero, hasta ahora, no la habían descubierto.
La chica era habilidosa.
Se había movido cuidadosamente a lo largo de los árboles —tan rápido y con un paso tan ligero que la nieve no caía de las ramas para revelar su posición.
Alicia sabía que había al menos otros cuatro con ella —los grupos de exploradores de Invierno siempre tenían al menos cinco—. A diferencia de Primavera, que a menudo enviaba exploradores solos, creyendo que así eran menos propensos a ser descubiertos.
Era verdad —pero también era mucho más fácil para esos exploradores ser asesinados o morir en un accidente sin la ayuda de un equipo—. Sin embargo, esa no era la preocupación principal de Primavera.