—¿Quién es? —preguntó.
—Soy yo —respondió Bell.
—Pasa —dijo Ashleigh.
La puerta se abrió y Bell entró, cerrándola detrás de ella. Miró a Ashleigh, con los ojos muy abiertos y una sonrisa en su rostro.
—Vaya... —dijo Bell.
—¿Qué demonios es esto? —gruñó Ashleigh, cruzando los brazos.
—Sexy —respondió Bell con un asentimiento de aprobación.
—No se supone que sea sexy, se supone que soy una guerrera —gruñó ella.
—¿Por qué no puedes ser ambas? —dijo Bell con una ceja levantada y una sonrisa burlona.
Ashleigh suspiró.
—Este atuendo es ridículo —dijo—. Solo hay un lugar para sostener un arma y ninguna protección real contra lesiones. Esto no está hecho para la batalla en absoluto.
—No sé... Creo que a Galen le encantaría jugar un juego de lobos contra hadas si yo llevara eso... —Bell guiñó un ojo.
—Por favor, ¿puedes ser seria? —dijo Ashleigh con irritación.