Sus dientes al descubierto

Caleb tragó saliva. ¿Quién demonios era este tipo? Caleb miró hacia atrás, hacia Bell y Ashleigh.

—¿Qué quiere decir con eso, Bell? —preguntó Ashleigh.

—Es el hijo de Tomás —susurró entre lágrimas, aferrándose desesperadamente a la mano de Galen.

Caleb cerró los ojos y bajó la cabeza ligeramente. Tomó una profunda respiración.

Román sonrió.

—Aun así —dijo Caleb—, no puedes ir por ahí poniendo tus manos sobre un lobo de Verano.

—No estamos en Verano —gruñó Román—. Tu autoridad termina en las nuevas y elegantes puertas.

Caleb gruñó.

Por mucho que quisiera apalear a este hombre por todo de lo que era culpable, la amenaza de guerra era muy real, y no estaban preparados. No lo estarían por al menos algunas semanas más, si es que llegaban a estarlo.

—Invierno no es tan indulgente —gruñó Ashleigh—, tampoco te dejaremos escapar con ella.

Román rió amargamente.

—Tampoco hablas por Invierno —dijo sonriendo, haciendo una pantomima de quitarse el sombrero ante ella—. Luna del Verano.