Nada Como Él

—Ashleigh... —Penélope susurró, secándose rápidamente los ojos. Se levantó lo mejor que pudo, pero la herida en su pierna aún estaba sensible.

—¿Qué hiciste, Penélope? —gruñó Ashleigh, acercándose.

El aliento de Penélope se detuvo en su garganta, intentó tragar los nervios y responder, pero su voz se había ido.

Ashleigh cerró la distancia entre ellas y empujó a la otra mujer contra la pared, expulsando el aire restante de su pecho.

Penélope jadeó por aire.

—¡¿Qué hiciste! —bufó enojada Ashleigh, sus ojos brillando intensamente.

—¡Nada! —gritó Penélope. —¡No hice nada!

Ashleigh gruñó, insatisfecha con la respuesta.

—¡Estaba completamente solo! —continuó Penélope, las lágrimas corriendo por su cara en un torrente de miedo y angustia. —¡Debí haber vigilado mejor el campo, debí haber estado mirando hacia arriba en lugar de mirarlo a él!

Ella sollozaba incontrolablemente.