—Cállate y termínalo ya —gruñó Holden, pero sus palabras se vieron interrumpidas cuando el puño de Román golpeó su mandíbula.
—¡Nadie te dijo que hablaras! —gruñó.
Holden saboreó la sangre que se acumulaba entre su labio y sus dientes.
Román tomó una respiración profunda.
—Estoy aquí para informarte que tus servicios ya no son necesarios —declaró Román—. Pero también, para hacerte saber que la orden de matar a Alicia ha sido cancelada.
Las cejas de Holden se fruncieron.
—¿Cómo? —preguntó a través de sus dientes ensangrentados.
Román sonrió amargamente.
—Tu utilidad fue completamente por ella —gruñó—. Incluso ahora, ella sigue siendo más útil que tú.
Holden gruñó pero no dijo nada.
—Había algo un poco más interesante en ese video que tus intentos desesperados por mantener a Alicia a tu lado —respondió Román.
Ajustó el video, reproduciéndolo nuevamente para Holden. Esta vez, ni Alicia ni Holden eran el foco. Era Ashleigh.