Todo lo que quedaba de ella

—Ella no sabía cómo había salido de la habitación, ni cómo había subido las escaleras, ni cómo había subido al edificio. Todo lo que sabía era que aquí el ruido disminuía. Sobre el mundo inferior, el ruido era casi inexistente.

—Mirando hacia abajo, se preguntó qué había hecho tan mal para que su vida se convirtiera en lo que era.

—Recordó tener a Román en sus brazos por ese breve momento después de tenerlo. Mirar en sus ojos ardientes y saber que él sería la luz y el calor en la oscuridad o quemaría el mundo hasta el suelo.

—¿Era malo encontrar consuelo y placer en la Luna de Sangre como todos los demás lobos solteros?

—¿Era malo desear criar a su hijo?

—Todo lo que había querido era él y la tranquilidad.

—Y mientras la brisa se movía más rápido sobre su piel y a través de su cabello, sabía que cuando se detuviera, al menos tendría la tranquilidad.