—Lo siento —susurró Bell mientras retiraba la aguja de su brazo y colocaba una pequeña venda.
—Casi no lo sentí —respondió Axel en voz baja mientras se frotaba el brazo.
Bell sonrió.
—No me refería a la aguja —dijo ella.
Axel la miró y ella le devolvió una triste sonrisa.
—Parece bastante obvio que la sangre que te robaron durante el convoy fue utilizada para crear esa cosa.
—Parece probable —asintió Axel—. Pero, ¿por qué te disculparías por eso?
Bell suspiró.
—Román —dijo ella—. Estoy segura de que él lideró el ataque a ese convoy.
Axel se rió.
—Sabes, Bell, tú no tienes los derechos exclusivos de ser su objetivo —dijo—. Sin mencionar, que aquel ataque tenía un objetivo bastante claro.
Axel tocó su pecho.
—Me sentiría honrado de que pusiera tanto esfuerzo si no fuera por los resultados actuales.
Axel estaba tomando las cosas a la ligera, y Bell sabía que era principalmente para hacerla sentir mejor. Pero podía decir que algo le preocupaba.