—¡Ashleigh! —gritó Caleb, corriendo hacia ella.
Ashleigh tomó respiraciones profundas mientras intentaba estabilizarse. Caleb agarró sus hombros y la giró para que lo mirara, su preocupación evidente en sus ojos.
—¿Estás bien? ¿Te has lastimado? —preguntó rápidamente.
Ashleigh tomó una última respiración profunda y miró a su esposo, cuyo miedo y preocupación le dolían en el corazón.
—Estoy bien —dijo—. Estoy bien.
Sus ojos miraron a su alrededor; casi estaban en la puerta ahora. Fiona y los lobos de Roca se habían unido a ellos en el último grupo.
Aunque ninguno de ellos preguntó, todos le dieron una variedad de expresiones preocupadas.
—En serio —dijo—. Estoy bien.
Fiona levantó una ceja pero no dijo nada. En cambio, se aclaró la garganta y alentó a los demás a moverse rápidamente por el camino, permitiendo un poco de privacidad para Caleb y Ashleigh.
Caleb le dio a sus hombros un apretón suave, captando su atención.
—¿Qué pasó? —preguntó—. ¿Realmente estás bien?