Corrine soltó un gruñido grave.
—¿No? —preguntó.
—Eres la líder de las Valkirias, y necesitas quedarte con ellas —respondió Axel.
—Me siento segura de su capacidad de mantenerse firmes y esperar —replicó Corrine con una pizca notable de irritación en su voz.
—He dado mis órdenes —declaró Axel.
Corrine gruñó.
—Sigo siendo Luna de esta manada, y mi experiencia liderando soldados es mucho mayor que la tuya. Si piensas que puedes hacerme...
—Hice un juramento de permanecer dentro de las fronteras de Invierno para proteger a mi gente porque tú lo insististe —interrumpió Axel, mirándola seriamente desde arriba—. He mantenido mi juramento y defenderé a mi gente. Como lo harás tú.
—Lo haré, desde el campo de batalla —insistió Corrine.
—No, no lo harás —respondió Axel.
Se miraron fijamente, decididos a convencer al otro de su punto de vista. Pero fue Corrine la que apartó la mirada.
—¡Por qué eres tan malditamente terco! —gruñó ella.