La persecución

Eve

El auto avanzó en el momento en que cerramos las puertas, los neumáticos chirriando mientras Hades daba una orden en las comunicaciones.

—Rastrea el teléfono de Felicia. Muestra sus coordenadas en el tablero.

La consola brilló al activarse, un punto rojo pulsante iluminando el mapa frente a nosotros. La mandíbula de Hades era de piedra, una mano aferrada al volante, la otra sujetando mi muslo en un agarre de apoyo. Pero podía sentir la tensión irradiando de él en oleadas.

Detrás de nosotros, a través de la ventana trasera tintada, un convoy de SUV negros rugía tras nosotros —Gammas, rostros serios y enfocados, encabezados por Kael. A través de la radio, podía escuchar los gritos distantes de aquellos ya a pie, corriendo en cuatro patas, habiéndose transformado ya, garras rasgando el asfalto mientras corrían más rápido que cualquier humano.