Enfrentamiento entre hermanos

Hades

Los pasillos que conducían al ala de retención parecían más largos de lo habitual—más fríos, más estrechos. Cuanto más caminaba, más se intensificaba el peso en mi pecho. No era culpa. No, ya no.

Solo presión.

Como si algo dentro de mí estuviera creciendo demasiado para la piel que lo contenía.

Las luces parpadeaban arriba al compás de mis pasos. Mi sombra se alargaba y deformaba a través de las paredes como algo irreconocible, algo... observando.

Cinco empleados me seguían a distancia. Vestidos con batas médicas blancas, susurraban entre ellos, voces cortantes y agarradas firmemente a sus portapapeles. Cada uno llevaba papeles.

No tenían que hacerlo.

Pude oler su miedo.

Me detuve frente a la celda de Kael.

Los guardias inclinaron sus cabezas cuando me acerqué. No los reconocí.

Entré.

La puerta se selló detrás de mí con una finalización que resonó más fuerte que cualquier cerrojo.