CAPÍTULO 302
—Punto de vista de Zaria
La vela en mi mesita de noche parpadeaba ligeramente mientras el viento nocturno se colaba por la ventana parcialmente abierta.
Me senté en silencio, mis manos cruzadas en mi regazo mientras mis dedos trazaban patrones sin rumbo contra las sábanas de seda mientras miraba por la ventana, mi mente repasando una y otra vez los eventos de la tarde y contrastándolos con el pasado, cuando Zara era una niña.
Zara se había ido.
Me había dejado.
A pesar de todo —el tiempo que habíamos pasado juntas, los recuerdos que habíamos creado— todavía había elegido escabullirse como una ladrona en la noche.
Mi pecho dolía, no solo de ira, sino por el peso absoluto de la decepción. Había pensado que finalmente estábamos cerrando la brecha entre nosotras, pero ahora, sentía como si ella siempre hubiera estado un paso delante de mí.