CAPÍTULO 319
—Perspectiva de Tormenta
Ocurrió rápido cuando un paño blanco empapado en algo fue presionado contra mi nariz y boca.
Me revolví, tratando de empujarlo, pero su agarre era fuerte y mi visión se nubló.
Lo último que vi antes de que todo se oscureciera fue su rostro.
Sonriendo.
Como si hubiera ganado.
Me estremecí por el dolor de cabeza que partía mi cerebro y parpadeé. Y ahora, estaba aquí.
En algún lugar oscuro. En algún lugar frío.
Y estaba solo sin mi mamá, mi papá Nieve, y la tía Zara. No pude salvarla tampoco. Espero que Papá Nieve pueda.
Pasé unos minutos así mientras mi cabeza dolía.
Mis brazos se sentían pesados, y mi boca estaba seca como si hubiera comido demasiadas galletas sin agua.
Me levanté lentamente, parpadeando ante la tenue luz a mi alrededor. La habitación olía raro, como a óxido y algo viejo y podrido. El suelo bajo mí era de piedra fría y áspera, y había gruesas barras metálicas frente a mí.