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CAPÍTULO 467
~Punto de vista de Zara~
El restaurante que había elegido estaba justo en las afueras del borde occidental del territorio: tranquilo, privado, iluminado con linternas cálidas y una suave luz de velas. Todo era íntimo, justo como quería para esta noche.
Aira lucía espectacular.
Saqué su silla mientras nos llevaban a nuestra mesa privada cerca del balcón. El cielo nocturno se extendía sobre nosotros como una cortina de terciopelo, salpicada de estrellas.
—Realmente te has esmerado —dijo Aira con una pequeña sonrisa, acomodándose en su asiento.
—Solo lo mejor para ti —respondí, tomando asiento frente a ella.
El camarero nos sirvió vino y dejó el menú, pero honestamente, apenas podía concentrarme en algo más que en ella. Ella tenía esa forma natural de robarme el aire de los pulmones.
—¿Cómo está Tormenta? —pregunté después de que hicimos nuestro pedido.