Reunion

La primera reunión fue bastante interesante. Habíamos quedado en encontrarnos primero en la entrada de la torre norte, para luego ir juntos a uno de los comedores de la zona. La idea era conocernos mejor.

Fui el primero en llegar. Aunque no era la primera vez que me arreglaba para salir, sí era la primera vez que lo hacía con la intención de verme mejor que alguien más. En otras palabras, para lucir.

Llevaba una blusa ajustada negra, sin mangas y de cuello alto, un pantalón entallado también negro con pequeños estampados de estrellas plateadas. Mis botas eran negras con detalles plateados, de caña alta. Encima, una gabardina blanca con bordados azul celeste. Usaba mis lentes redondos de plata con cadenas para sujetarlos, y unos aretes con estrellas colgantes.

Me senté en una de las bancas a un costado de la entrada, bajo la sombra de un árbol. Sabía que tardarían en llegar, ya que yo me había adelantado a la hora acordada. Quería pasar más tiempo con Fleim.

Pero mi plan falló, ya que la siguiente en llegar fue Lin. Llevaba un vestido largo, sencillo, de color violeta. El escote tenía forma de cuello de camisa, pero la espalda estaba completamente descubierta y no tenía mangas. Tenía decoraciones en encaje rosado claro en los bordes. Su cabello lo llevaba recogido en dos coletas bajas, con un maquillaje sencillo y unos aretes en forma de flores. Sus zapatos eran simples, morados, con tacón bajo y sin correas.

Creo que, para quienes pasaban por ahí, probablemente parecíamos una pareja. A pesar de la diferencia de edad real, nuestras apariencias eran similares. Yo, en ese entonces, parecía un terrícola de unos 14 o 15 años, mientras que ella aparentaba 15 o 16.

El silencio incómodo desde que llegó solo me molestaba más, sumado a su actitud tímida y callada.

A veces pienso que el odio era mutuo… o que mi apariencia la intimidaba demasiado. Recuerdo que una vez me dijo que yo le daba miedo.

Estuvimos en silencio bastante rato, hasta que finalmente aparecieron los gemelos. Ambos vestían igual: camisetas azules con un estampado holográfico que cambiaba entre “Soy el gemelo más guapo” y “Soy el gemelo más listo”, intercambiando la frase entre los dos. Llevaban pantalones grises con líneas negras y unos abrigos acolchados grandes en blanco y negro.

Mi ánimo mejoró mucho al verlos. Me dio gracia su reacción al verme: se detuvieron en seco y me hicieron poner de pie para que girara y les mostrara mi atuendo. Luego de inspeccionarme con expresión crítica, aplaudieron y silbaron satisfechos.

Empezamos una pequeña charla sobre lo que habíamos estado haciendo para desocupar nuestros horarios. Lin, con su actitud tímida, intentó unirse a la conversación. No tuve problema en dejarle espacio para que hablara con los gemelos… hasta que noté que, cada cierto tiempo, mencionaba lo feliz que estaba de volver a ver a Fleim. Decía cosas como que se conocían desde hace tiempo, que era bueno encontrarse con alguien familiar, y otras frases similares.

Se me hizo bastante incómodo, y cada vez hablaba menos. Comencé a notar con más claridad su forma de actuar, y no me gustó el resultado.

Los gemelos, por su vínculo psíquico anormalmente fuerte, tienden a comunicarse telepáticamente, a hablar al mismo tiempo o intercalarse de manera exacta. Tengo hermanos gemelos, incluso trillizos. No hay que juntarlos mucho, porque son un dolor de cabeza constante.

Cada vez que los gemelos le respondían a Lin, ella hacía pequeños gestos de incomodidad, y a veces de desagrado. Pero no podía decir nada al respecto; era muy buena siendo discreta… y culpando a los demás.

El tiempo se me hizo eterno. A los gemelos también se les notaba incómodos con la conversación. Por suerte, antes de que las cosas empeoraran, apareció Fleim.

Llevaba su paleta de colores habitual, aunque esta vez usaba una camisa blanca bajo un suéter verde agua. Un pantalón de tela blanco y zapatillas sin costuras. Como detalle, llevaba un adorno para el cabello en forma de estrella. Se veía adorable.

Al principio no me vio. Estaba sentado, y los gemelos bloqueaban su línea de visión. Nunca me había visto tan arreglado, y quería observar su reacción. La primera persona a la que saludó fue Lin, por estar más cerca. Hizo una leve inclinación de cabeza por respeto, ya que Lin es mayor. Luego saludó a los gemelos, quienes le devolvieron el gesto.

Lin, de inmediato, comenzó a actuar mucho más amigable que antes. La incredulidad en el rostro de los gemelos ante su repentino cambio de actitud me hizo reír un poco.

Mi risa llamó la atención de Fleim, que sonrió con más amplitud. Ignorando a Lin, se acercó hacia donde estaba. Me puse de pie —aunque no era mucho más alto que los gemelos—, desde su punto de vista solo podía ver una parte de mi cabello entre ellos.

Los gemelos, como si lo hubieran planeado, se hicieron a un lado, dejando ver mi figura completa.

Su comportamiento infantil, como siempre, me hizo sonreír. La expresión de sorpresa en el rostro de Fleim valió totalmente la pena: todo el esfuerzo en arreglarme, el haber dormido bien… incluso mis famosas ojeras habían desaparecido.

Mi sonrisa dulce y el tono cariñoso con el que lo saludé fueron como un triple golpe para él. Se sonrojó de inmediato y me respondió entre tartamudeos.

Después de los saludos, nos dirigimos a uno de los comedores que tenía salas privadas. Los gemelos caminaron delante, molestando a Lin para que fuera con ellos. Yo y Fleim íbamos unos pasos más atrás, lado a lado, intercambiando miradas nerviosas y algo cómplices, conversando sobre lo que hicimos durante la mañana.

Estábamos tan inmersos en nuestra charla que no noté las sonrisas cómplices de los gemelos ni las miradas molestas que Lin lanzaba hacia atrás.

A medida que avanzábamos por los pasillos de la torre, rodeados del bullicio habitual del lugar, una sensación cálida comenzó a instalarse en mi pecho. No era solo por estar cerca de Fleim, ni por la emoción de ver al equipo reunido. Era una mezcla de todo: de esperanza, de nervios, de la posibilidad —aunque pequeña— de que esta vez las cosas fueran diferentes.

Las puertas del comedor privado no estaban lejos. Frente a nosotros, los gemelos seguían bromeando entre ellos y provocando a Lin, quien ahora parecía arrepentirse de haber venido. A mi lado, Fleim caminaba en silencio, pero podía sentir su mirada de reojo, tímida y constante, como si también estuviera procesando cada pequeño detalle de aquel momento.

Y mientras nos acercábamos a la puerta de la sala, con risas, tensión y murmullos flotando en el aire, no pude evitar pensar que, aunque aún no lo sabíamos, esa comida sería el primer paso de algo mucho más grande.

Algo que nos uniría, nos cambiaría..., también nos pondría a prueba... y nos condenaria.

Los comedores de la academia se podían dividir en tres tipos. El comedor abierto era un salón enorme donde todos se reunían a comer en mesas compartidas. El segundo tipo, al que nos dirigíamos, era el semi-privado: básicamente un edificio con habitaciones de tamaño medio donde grupos de amigos podían cenar juntos y charlar. Por último, estaba el comedor privado, que consistía en salas pequeñas y aisladas donde uno podía comer tranquilo y solo.

Nos dirigimos a una de las salas privadas. Al entrar, me di cuenta de que no se parecía en nada a los otros comedores. Era un grupo de sofás dispuestos alrededor de una mesa de tamaño medio. En una de las paredes había una pantalla, y en las otras, parlantes bajos integrados.

Los sofás eran de un celeste suave, las paredes de un verde claro y el piso de una madera plateada que brillaba levemente con la luz.

Fui el primero en sentarme. A mi lado se sentó Ecco. Luego lo hizo Lin, y Soun se sentó al otro lado de ella, de modo que Fleim quedó justo frente a mí. Recuerdo que Lin estaba muy molesta en ese instante.

Por otra parte, el almuerzo fue bastante tranquilo. Los gemelos hicieron algunas bromas, y Fleim se avergonzaba cada vez que elegíamos los mismos platillos. Pero todo salió bien.

Al terminar de comer, la conversación se volvió más seria. Solicitamos activar el protocolo de seguridad de la habitación, lo que aisló completamente el espacio del exterior y desactivó cualquier posibilidad de grabación interna.

Comenzamos a hablar del plan de trabajo. Explicamos que habíamos logrado avanzar bastante en la fusión de tecnología y magia, permitiendo que la energía mágica pudiera integrarse sin interferencias con los sistemas tecnológicos. Habíamos creado un generador de energía que podía seguir funcionando incluso cerca de fuentes mágicas, e incluso usar esa magia para potenciarse. Esto significaba que por fin podríamos aplicar la magia de forma estable en el espacio.

Hasta ese momento, las únicas formas mágicas de viajar fuera del planeta eran a través de naves selladas con runas que navegaban por los ríos de energía mágica que conectan algunos planetas. Las desventajas eran muchas: los viajes eran extremadamente lentos, ya que dependían completamente de la velocidad del flujo mágico, y podían durar cientos de años.

El segundo método era más común: el uso de naves espaciales que se desplazaban a la velocidad de la luz o incluso un poco más rápido. Aunque el viaje era mucho más corto, la desventaja era que la magia no podía usarse dentro de estas naves mientras se viajaba.

Durante un tiempo se intentó utilizar portales espaciales, pero la alteración mágica de nuestros cuerpos durante la descomposición y recomposición molecular causaba explosiones al momento de reensamblar, destruyendo las naves antes de aterrizar. Hubo muchas muertes.

Después se intentó viajar por agujeros de gusano. A diferencia de los portales, en estos casos la compresión y descompresión del cuerpo hacía que la magia se descontrolara y fuera expulsada violentamente, provocando explosiones en las naves. También se intentó con la teletransportación planetaria, pero era más probable terminar como partículas flotando en el universo que llegar al punto deseado.

Así que, básicamente, somos una de las pocas razas atrapadas en la lentitud de los viajes planetarios.

Por eso, nuestro descubrimiento es tan importante: ahora podemos comenzar con pequeños dispositivos y, poco a poco, mejorar las naves hasta eliminar las limitaciones mágicas, permitiéndonos viajar libremente hacia las estrellas.

La conversación se detuvo cuando Lin preguntó cuál sería el primer proyecto.

—Básicamente, un sistema de almacenamiento con interior expandido —respondí.

La expresión de sorpresa divertida en el rostro de los gemelos me hizo reír. Fue Fleim quien continuó explicando:

—Es lo más estable para empezar, por eso lo haremos primero. Al estar sellado dentro de las naves, se puede trabajar casi sin peligro. En caso de que falle, simplemente se puede sellar o separar de la nave. El plan es simple: mientras funcione, se podrá ir aplicando a otros mecanismos de las naves.

Su entusiasmo al hablar me hacía sonreír dulcemente. La emoción de los gemelos por poder trabajar en los mecanismos era entrañable. Incluso Lin parecía entusiasmada.

Después de aclarar los planes de trabajo, decidimos separarnos. Fleim y yo debíamos presentar los documentos para el traslado de edificio, ya que habíamos solicitado un nuevo laboratorio privado.

Lo que sucede es que, cuando se planea un proyecto mientras se estudia, se deben seguir ciertos procesos. Primero, se realiza un avance base (puede hacerse solo o con un compañero, en el laboratorio personal). Luego se envía una solicitud de equipo, permitiendo la participación de otros estudiantes. Si después de un tiempo no se integran más personas, la solicitud se cancela.

El siguiente paso es la firma de contratos y la solicitud de privacidad. En esta etapa, la academia otorga una residencia privada al equipo, equipada con todo lo necesario, incluyendo un nuevo laboratorio.

Cuando terminó la reunión, nos despedimos de los gemelos y de Lin. Ella parecía querer decirle algo a Fleim, pero al verme a su lado decidió no decir nada y simplemente se marchó.

Fue entonces cuando emprendimos el camino hacia la zona de registros.

El ambiente era tranquilo. Era tarde, y el cielo comenzaba a oscurecer. Las luces de maná aparecían en las sombras, y el canto de los vintus hacía que todo pareciera aún más apacible. Al atravesar los pasillos, llegamos al Jardín de Lirios, donde las flores comenzaban a brillar suavemente.

Aún de buen humor por lo bien que había salido la reunión, Fleim comenzó a dar pequeños saltitos mientras caminaba, tarareando en voz baja. Si no hubiese estado tan atento a él, quizá no me habría dado cuenta.

Cuando estábamos cerca del centro del parque, llegamos al templete. Cerca, había un pequeño estanque, y la luz del sol se desvanecía con rapidez. Las luces de maná iluminaban la escena como si fuera polvo de cinfine. Su rostro se iluminó al ver el espectáculo. Dio unos pasos hacia adelante, estirando los brazos a los lados mientras daba un par de vueltas, haciendo que el polvo girara a su alrededor.

Me quedé quieto, contemplando la escena y su sonrisa. Sentí que aquella sonrisa que le regalé fue la más dulce que había dado nunca. Estoy seguro de que mis ojos revelaban todo el amor que le tenía, pero las luces a su alrededor no le permitieron notarlo. Se veía como un elfo. A pesar de nuestras edades, Fleim parecía un humano de unos trece o catorce años, y yo uno de quince o dieciséis. Era irónico que yo aparentara ser mayor, considerando que habíamos nacido el mismo año. Aunque, técnicamente, soy un poco mayor: yo nací en invierno y él en primavera.

Cuando por fin se detuvo, mi sonrisa ya se había desvanecido de su vista, y mi rostro había vuelto a su expresión neutral, aunque mis ojos conservaban una calidez evidente. Su entusiasmo era contagioso. Me acerqué y tomé su mano.

Sentí la suavidad de su piel y el calor de su cuerpo. Estaba cerca, y aún sonreía de buen humor. Fue entonces cuando comenzó a sonar una melodía tranquila. En el templete solían poner música para acompañar el canto de los vintus. El ambiente se volvió dulce, y por impulso empecé a balancearlo suavemente de un lado al otro, siguiendo el ritmo de la melodía. Terminamos dentro del templete, girando al compás de aquella música suave. Su cuerpo junto al mío… por primera vez pude percibir su aroma: dulce como las flores, con un leve toque a cenizas. Me recordaba a la calidez de las brasas encendidas.

A medida que la música se detenía, nos separamos un poco y nuestras miradas se cruzaron. Nos quedamos observándonos en silencio, con sonrisas en los labios, mientras seguíamos bailando lentamente. Pero cuando la música terminó, también lo hicimos nosotros. Justo cuando estaba a punto de decir algo, la alarma de los brazaletes sonó, anunciando que quedaba media hora para que cerrara la oficina.

Fue como si nos arrojaran un balde de agua fría. Nuestros rostros se sonrojaron. Entre tropezones y risas nerviosas, comenzamos a correr hacia la oficina.

—Perdón por mi comportamiento —le dije mientras corríamos—. Estoy muy feliz y emocionado de que todo haya salido bien.

Su respuesta solo me hizo sonrojar aún más:

—No eres el único emocionado, yo también estoy muy feliz. Y bailas bien.

—¡Cállate y corre!

Llegamos cinco minutos antes del cierre. Aunque la distancia era considerable, solo pude agradecer que nuestra raza fuera naturalmente más resistente y que tuviéramos tres corazones… de lo contrario, habríamos muerto de un infarto por la velocidad con la que corrimos.

Una computadora nos recibió, como siempre. Nos pidió ingresar los datos requeridos del grupo de investigación, los requisitos básicos del laboratorio y nuestras preferencias para la nueva residencia. Todo el proceso tomó unos veinte minutos. Al finalizar, se nos indicó que debíamos esperar una semana para que la casa estuviera lista.

Salimos de la oficina con dolor de cabeza, pero también con una satisfacción reconfortante. Caminamos juntos hasta la zona de división de dormitorios. Por primera vez en meses, dormiría en mi habitación escolar y no en el laboratorio.

Me detuve primero. Era el punto donde tendríamos que separarnos. Yo debía ir hacia la derecha, mientras que él seguiría recto. Se detuvo unos pasos más adelante y se dio la vuelta. Sus primeras palabras desde que dejamos la oficina fueron:

—Estoy feliz. Hoy todo salió bien… y descubrí que sabes bailar.

Su voz era suave y alegre, acompañada de una sonrisa encantadora. Me sentí sorprendido y avergonzado.

—Me dejé llevar —respondí, con el rostro sonrojado—. Pronto viviremos juntos en la nueva residencia… si quieres, cuando no haya nadie, podemos bailar un poco.

En cuanto terminé de hablar, me arrepentí. Sabía que no debía involucrarme románticamente, pero todo era tan irresistible: su presencia, su emoción, el cariño que le tenía… Entonces recordé que dentro de una semana compartiríamos casa. El nerviosismo me invadió, y antes de hacer alguna tontería, decidí despedirme con torpeza y salí corriendo hacia mi habitación.

Lo dejé con la despedida a medias y un rostro visiblemente confundido.

Al llegar, cerré la puerta con fuerza. Después de unos pasos, me lancé sobre la cama, abrazando mi almohada y escondiendo el rostro en ella. Estaba demasiado avergonzado y emocionado. Para calmarme, tomé una ducha larga, aunque no sirvió de mucho. Después de eso, me la pasé sonriendo como idiota y soltando risitas cada tanto. Por suerte, logré calmarme antes del amanecer. Al menos, mis ojeras mostraban señales de querer reaparecer.

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Árboles en Oniria: Troncos de colores metálicos (plata, cobre, oro), pasto turquesa o rosa claro. Las hojas cambian de color según la estación: celeste blanquecino en invierno, turquesa brillante en primavera, rojo o naranja en verano, y transparentes en otoño. Las flores, de colores brillantes o muy claros, suelen ser venenosas, aunque inofensivas para los habitantes de Oniria.

Luces de maná: Fenómeno nocturno causado por la acumulación de magia en zonas tecnológicas. Produce un polvo brillante que ilumina las calles. Por esta razón, los medios de transporte nocturnos deben ser exclusivamente mágicos, ya que los tecnológicos tienden a explotar.

Lilios: Flor nativa de Oniria, similar al lirio terrestre pero con dos colores complementarios. Presenta un degradado desde el centro hacia los bordes de los pétalos. Tallo y hojas de color jade, con apariencia cristalina. Brillan durante la noche.

Elfos: Raza originaria del planeta Avalon. De apariencia extremadamente hermosa, orejas largas, cabello blanco, rojo o verde claro, piel pálida y ojos de colores fantasía. Son longevos, vegetarianos, amantes de la historia y la arquitectura, y visten túnicas. Usan magia natural.

Templete: Estructura circular o semicircular ubicada en parques o jardines, diseñada para conciertos al aire libre, especialmente música suave y ambiental.