Espía se sentó en un rincón oscuro y silencioso, rodeado de pantallas y cables que conectaban su mente con el laberinto que había creado. Su rostro estaba iluminado solo por la luz débil de las pantallas, y sus ojos estaban fijos en el vacío.
"¿Cómo es posible?", se preguntó a sí mismo. "¿Cómo alguien pudo entrar a mi laberinto sin mi permiso?"
Espía había pasado años creando su mundo perfecto, un lugar donde podía controlar todo y todos. Había diseñado el laberinto para ser impenetrable, para que nadie pudiera entrar o salir sin su consentimiento.
"Pero entonces, ¿cómo lo hizo?", se preguntó nuevamente. "¿Quién es este hombre que puede manipular la realidad como yo?"
Espía comenzó a reflexionar sobre sus propias habilidades y limitaciones. Había siempre pensado que era el único capaz de crear y controlar un mundo como el suyo. Pero ahora, se daba cuenta de que no era así.
"Hay alguien más como yo", se dijo a sí mismo. "Alguien con poderes similares, pero tal vez incluso más fuertes".
La idea lo intrigaba y lo asustaba al mismo tiempo. ¿Qué significaba esto para su propio poder y control? ¿Podría alguien más tomar el control de su laberinto?
Espía comenzó a analizar los datos del intruso, intentando entender cómo había logrado entrar a su mundo. Estudió los patrones de comportamiento del hombre, buscando pistas sobre sus habilidades y debilidades.
"Muy interesante", se dijo a sí mismo. "Este hombre tiene una habilidad única para adaptarse a situaciones nuevas y desconocidas".
Espía también notó que el intruso parecía tener una conexión con Maya, la chica que había jugado al juego con Alex.
"Maya", se dijo a sí mismo. "Ella es la clave para entender qué está pasando".
Espía decidió investigar más sobre Maya y su conexión con el intruso. Quería saber qué papel jugaba ella en todo esto, y cómo podía utilizar esa información para recuperar el control de su laberinto.
La reflexión de Espía continuó durante horas, mientras él intentaba descifrar los misterios del intruso y su conexión con Maya. Pero cuanto más pensaba en ello, más se daba cuenta de que no tenía todas las respuestas.
"Es hora de tomar medidas", se dijo a sí mismo finalmente. "Es hora de demostrar quién es el verdadero dueño de este laberinto".