Inquieto

Fiona esperaba ansiosa las noticias. Había estado esperando durante los últimos tres días novedades sobre la muerte de los hijos de Atenea, pero sin éxito.

—¿Habrá algo salido mal? ¿Los bocadillos no serían para los niños? —se preguntaba por enésima vez, mordiéndose las uñas mientras paseaba de un rincón a otro de su habitación, incapaz de desprenderse del mal presentimiento que la acechaba.

No podía enviar a su criada a confirmar con el hospital o desde cualquier otro lugar, porque eso sería admitir que quería que estuvieran muertos—la gente es astuta hoy en día.

Tampoco podía decírselo a Morgan, porque cuando lo había llamado ese día y le había contado sobre la identidad de los niños, él había sido indiferente al respecto y la había reprendido por no meterse con los niños, porque él tenía mejores planes para ellos.

Sin embargo, esos planes de él no le resultaban nada bien.