Cena de Navidad III

—¿Qué está pasando? ¿Dónde está Ewan? —Zane y Sandro preguntaron al unísono en el momento en que Atenea entró en el apartamento y cerró la puerta detrás de ella.

El silencio se cernía en el aire, denso y palpable, mientras ella caminaba hacia la sala con los hombros tensos, una tormenta gestándose justo debajo de la superficie.

—Él se fue. No estoy segura de dónde fue —finalmente respondió, tomando asiento en el sofá mientras la preocupación se deslizaba tras sus palabras—. Creo que ustedes dos deberían revisarlo y mantenerlo vigilado hasta el miércoles.

La gravedad de su sugerencia no se perdió para el dúo.

—¿Cuál es el problema? —Sandro insistió, frunciendo el ceño, habiendo notado el contenedor que ella había traído de su habitación anteriormente—. ¿Estaba teniendo un espasmo?

—Algo así... —murmuró Atenea, su ceño se acentuó.

Sandro se acercó a ella, tomando asiento en el mismo sofá. Ante él, Zane se movía inquieto, la agitación irradiaba de su postura.