—Una sonrisa se deslizó por los labios de Ewan —Una sonrisa delgada —Una sonrisa fría y delgada que enviaba escalofríos por la espalda de todos los que la veían.
Los accionistas, aparte de Atenea y su grupo, todos pensaban que cualquier enfermedad que hubiera afectado a Ewan lo había hecho más frío de lo habitual. No estaban seguros de qué hacer al respecto.
Pero la sonrisa desapareció tan rápido como apareció.
Ewan encontraba agotador actuar para alguien que no valía su tiempo —¿Y qué dijo él que era esta enfermedad? —preguntó, alzando su ceja izquierda, genuinamente curioso, queriendo saber si Alfonso también había roto las reglas del concilio.
El señor Clark humedeció sus labios y tragó, el nombre de la enfermedad ahora pesado en su lengua.