—¿A dónde vas? —preguntó Sandro, sobresaltando a Fiona con su pregunta y por los movimientos de su cuerpo, de los cuales ni siquiera había sido consciente. Había pensado en escapar, y su cuerpo se había girado inconscientemente hacia la puerta de salida.
Reflejos. Mentalmente maldijo su suerte cuando todas las miradas se volvieron hacia ella.
Ewan, por su parte, parecía divertido.
—Fiona, ¿querías irte sin despedirte? —preguntó, acercándose más a ella.
Fiona tembló y se retiró instantáneamente, pensando por primera vez que Ewan era realmente un psicópata, con esa sonrisa maniaca en sus labios y la alegría que parecía experimentar al verla tan miserable.
Estaba sangrando por las rodillas, y él se sentía exaltado. Si eso no gritaba psicótico, ella no sabía qué más lo hacía.
Le había dicho que venían a una clínica psiquiátrica, y de alguna manera, era cierto: ¡el dueño, todos ellos, eran psicóticos!