—¡Mamá! —gritaron Kathleen y Nathaniel mientras irrumpían en la sala, sus voces emocionadas resonando en las paredes.
Sus ojos se iluminaron cuando vieron a Atenea sentada en el sofá, viendo televisión con Gianna y el matrimonio Thorne, Florencia y el viejo señor Thorne. Los gemelos corrieron hacia ella al unísono, dejando a Ewan de pie junto a la puerta con varios paquetes de comida para llevar en la mano.
—¿Qué tienes ahí, Ewan? —preguntó finalmente Gianna, dejando de lado el caos jubiloso de los gemelos, enfocándose en el hombre que se mantenía en el marco de la puerta.
Ewan se encogió de hombros en respuesta, un destello de diversión brillando en sus ojos. —Comida para llevar. Los gemelos mencionaron que todos podrían tener hambre.
Florencia bufó, un ceño fruncido formándose en sus labios. —¿Qué? ¿Crees que no hay comida en esta casa? —Se volvió hacia su esposo, la indignación irradiando de ella—. ¿Te imaginas el atrevimiento de este joven?