Asuntos Nocturnos III

El teléfono vibraba incesantemente en la mesita de noche de Athena, el identificador de llamadas iluminando la pantalla una vez más para revelar el nombre de Aiden, exigiendo tercamente su atención. Ella resopló, eligiendo mirar al techo, mientras luchaba con la tentación de contestar. Ignorarlo se sentía como una forma de rebelión contra un torbellino de emociones tumultuosas en su pecho.

Por enésima vez, iba a rechazar su llamada, pero el hecho la dolía. Las llamadas se habían convertido en un amargo recordatorio de las fracturas en su relación, obligándola a evaluar el deterioro de la confianza que alguna vez había anclado su asociación.

Cada timbre resonaba como una ola estrellándose contra un acantilado, implacable e inflexible. Athena enterró su rostro en sus manos, regañándose mentalmente.