Nuestra Chica

—Abre las piernas para mí, pequeño púrpura.

Los ojos de Violeta se abrieron de golpe al escuchar esas palabras. ¿Qué demonios… Dónde diablos estaba? ¿Qué estaba pasando?

Pero Violeta no tuvo tiempo de obtener respuestas a esas preguntas ya que cierto Alfa ya estaba arrodillado frente a ella.

—¡T-tú...!

Asher Nightshade le dio una sonrisa traviesa justo antes de agarrar una de sus piernas y comenzar a dejarle besos profundos y prolongados a lo largo de ella.

Los pezones de Violeta se endurecieron de inmediato mientras un dolor ardiente se acumulaba entre sus muslos y, para su horror, estaba desnuda. Los dioses la ayuden, ¿qué demonios estaba pasando aquí?

—Asher, espera... ¡Ahh! —Violeta gritó cuando él la mordió, y sus mejillas ardieron tanto de humillación como de deseo mientras el placer doloroso fluía a través de ella.