Su turno

—Sabes que puedo comer con mis manos, ¿verdad? —dijo Violeta, observando a Asher mientras acercaba un tenedor lleno de espaguetis perfectamente enrollados a su boca.

—Mmmhm —Asher murmuró en respuesta.

Y sin embargo, no dejaba de alimentarla.

Sin opción, Violeta abrió la boca y aceptó la comida. La manera en que la alimentaba era casi... tierna. Sus movimientos eran deliberadamente suaves, casi como si estuviera interpretando el papel de un novio atento. Casi, era la palabra.

Pero Violeta no se dejaba engañar. Esto era solo un momento transitorio, una frágil tregua. Al día siguiente, estarían de nuevo enzarzados. Los crímenes de Asher contra ella eran demasiado graves como para borrarse con un solo beso. Incluso si fuera un beso ardiente, que haciéndola estremecer de pies a cabeza y fundiera su mente —¡Oh, cállate ya! Violeta cortó el pensamiento de inmediato, su rostro calentándose.