No llegó lejos. Los pasos largos de Asher cerraron la distancia en segundos, y antes de que pudiera reaccionar, su brazo rodeó su cintura y la levantó del suelo como si no pesara nada. Violeta pateó y se agitó salvajemente, gritando a pleno pulmón.
—¡Bastardo! —gritó, forcejeando en su agarre—. ¡El comandante dijo pareja voluntaria! ¡Yo no soy voluntaria!
Pero Asher no se inmutó por sus protestas y la llevó de vuelta hacia el centro del salón. Los estudiantes observaron con diversos grados de sorpresa, incredulidad, celos y admiración. Algunos se rieron abiertamente, mientras otros murmuraban tras sus manos.
Al pasar junto a Elsie, Violeta extendió la mano en un gesto desesperado, rozando el brazo de la otra chica mientras suplicaba:
—¡Haz algo!
Pero Elsie no se movió. Se quedó enraizada en el lugar, su mirada gélida fija en Violeta como si le hubiera robado su momento. La intensidad de su mirada era tan aguda que parecía que iba a perforarle la cabeza.