—¿Por qué sigues ahí parada? ¡Muévete! —Elsie le ladró a Grace, quien dio un salto al oír la orden en voz alta.
Sin dudarlo, Grace agarró su teléfono y comenzó a escribir, sus dedos temblaban un poco. El mundo exterior veía a Grace como afortunada, ya que era la eficiente e indispensable asistente de Elsie, quien manejaba todas sus cuentas y actividades. Si tan solo supieran que la pobre chica vivía en un paraíso doloroso.
La incómoda verdad era que Grace era la sirvienta de Elsie, atada a ella por una deuda de gratitud y una jerarquía despiadada. A Elsie no le importaba en lo más mínimo.
Grace no era de la élite; simplemente era una pobre humana que había rescatado del anonimato. Todo lo que Grace tenía, la fama, el respeto, la admiración y la riqueza, todo procedía de ella. Sin Elsie, Grace no sería nada, y ambas lo sabían.
Antes de que Grace terminara de escribir, una voz se abrió paso en la habitación. —¿Y crees que eso es una buena idea?