—Basta ya —La voz de Alaric retumbó por el espacio, llevando un comando tan poderoso que quebraba el aire como la furia de una tormenta.
Como si los cielos mismos respondieran, un rayo rasgó el cielo, golpeando la tierra con un estruendo ensordecedor. El suelo chisporroteó donde el rayo cayó, peligrosamente cerca de donde Asher, Griffin y Román estaban de pie.
La reacción fue instantánea. Los Alfas Cardinales se replegaron, separándose cuando otro rayo cayó más cerca de sus lobos. Las chispas dispersas mandaron a los miembros de la manada gruñendo a la carrera, sus chillidos llenando la noche mientras se alejaban alarmados.
Todas las miradas se dirigieron hacia Alaric Storm.
Él estaba ahí, sus ojos chispeantes de electricidad sin contener, su cabello platino brillando bajo el parpadeo siniestro del rayo. El aire a su alrededor pulsaba con tanto poder que nadie se atrevía a moverse o hablar.