Ser diferente

—Gracias a Dios que la lluvia ha parado. —Ivy comentó, mirando por la ventana.

Violeta giró la cabeza hacia la ventana, mordiéndose el interior de la mejilla mientras miraba las sombrías consecuencias. El cielo aún era de un gris enfadado, con gruesas nubes rodando lentamente, pero al menos el implacable aguacero había cesado. Los charcos bordeaban las carreteras, con niebla rizándose en los bordes de los árboles, y el aroma de la tierra mojada se aferraba al aire como un fantasma.

Durante el fin de semana, Violeta había intentado contactar a Alaric para poder explicarse por sus acciones recientes, pero su teléfono permanecía apagado, inaccesible. La dejó con nada más que una ansiosa inquietud al punto de que incluso había considerado tirar la precaución al viento e ir a su casa o al laboratorio, preparándose para cualquier castigo que pudiera seguir. Pero entonces, recordó el trato con Román.