—Este en serio no es el momento, Alaric —dijo Violeta firmemente, empujándolo a un lado, desesperada por encontrar a Elsie. Hablarían de sus problemas de relación más tarde.
Pero justo cuando dio un paso, sus siguientes palabras la destrozaron.
—¿Eso es lo que aprendiste de tu madre?
Ella se congeló.
Un violento crujido se partió en el pecho de Violeta, como si su misma alma hubiera sido golpeada. Su respiración se entrecortó y el aire a su alrededor de repente se volvió sofocante.
Con los oídos zumbando, Violeta se volvió hacia él lentamente, sus ojos abiertos de incredulidad. ¿Alaric? ¿Su Alaric? De todas las personas, nunca pensó que él sería el que retorcería el cuchillo de una manera tan cruel.
Su mirada se dirigió al mar de estudiantes, sus miradas hambrientas fijadas en la escena, devorando su dolor como un festín en un banquete grandioso.