Descubierto

El momento en que los Alfas salieron de la oficina de Jameson, Alaric se lanzó tras Elsie como la tormenta que era, acercándose a ella. Le agarró el brazo y la estampó contra la pared más cercana con tanta fuerza que el yeso se agrietó.

—¿Qué diablos fue eso allá atrás? —gruñó Alaric, su rostro a solo centímetros del de ella. Su aliento estaba caliente de rabia, los músculos rígidos bajo su camisa. La energía chispaba en el aire, el débil zumbido estático de un rayo comenzaba a supurar de su piel.

—¡Prometiste dejarla en paz! —siseó—. Dijiste que si la humillaba como querías, te retirarías. Que no dirías su nombre al Rey Alfa hasta la graduación!

Su voz tronó en el pasillo, y detrás de él, Griffin, Román y Jeremías se detuvieron en su lugar. Griffin, especialmente, su rostro se retorcía con una realización naciente, como si finalmente estuviera armando el rompecabezas roto de lo que Alaric había hecho y por qué.