Libertad Robada

—¿A dónde vamos? —preguntó Asher a su madre.

Caminaban rápidamente, y él tenía que esforzarse para seguir su ritmo.

Lo único que María llevaba era una pequeña bolsa que sujetaba con fuerza contra su costado. Asher la observó, notando la forma de su contenido; tenía que ser fajos de billetes. Él sabía dónde su padre guardaba sus reservas, y parecía que su madre también. No había empacado ninguna ropa, lo que solo podía significar que esto era repentino y desesperado.

—No lo sé —respondió María apresuradamente, aunque con ansiedad—, pero tiene que ser cualquier lugar menos aquí.

Asher podía escuchar el latido de su corazón; estaba latiendo rápido. Su propio pulso también comenzaba a acelerarse. Sabía lo que estaba pasando, estaban intentando escapar de su padre. Aun sin que se lo dijeran, comprendía cuán mortal podría ser esto si salía mal. Si Henry los encontraba, los castigaría hasta quitarles la vida.

—Quédate cerca —advirtió María, atrayéndolo hacia su costado.