Si Violet alguna vez dudó de la creatividad de Elsie Lancaster, hoy eso quedó oficialmente aclarado.
La chica las había acorralado exitosamente en el aula como una cazadora acechando a su presa, sus ojos brillando con triunfo.
En palabras de la cruel reina, se esperaba que cada estudiante jugara un papel en la Semana de Padres. Ni siquiera los rebeldes se libraban de esa responsabilidad. Tenían que hacerse útiles de una forma u otra. Y ella acaba de encontrar el uso perfecto para ellas.
—¿Por qué estamos haciendo esto? —refunfuñó Ivy.
Junto a las otras chicas que encontraron en el camino, fueron conducidas hacia uno de los salones para la reunión, tal como había dicho Elsie.
—Sabes que esto es una tontería. Si no queremos hacer algo, ella no puede obligarnos. No somos unas peleles —protestó Ivy.