Lágrimas y Desamor

Violeta sintió un temor como nunca antes. Dios sabe lo que Román estaba pensando, pero no le gustó la mirada en sus ojos, ni un poco.

—Román. —Ella dio un paso hacia él, pero dos mujeres de repente se le acercaron con ropa en las manos.

—No, espera —intentó decirles, pero no estaban escuchando. Ya estaban afanándose con ella, forzando la tela en su cuerpo. Violeta no tuvo más remedio que obedecer, incluso mientras alcanzaba a ver de reojo a Román alejándose.

Apenas dejó que terminaran de ponerle los pantalones antes de salir corriendo a toda velocidad. —¡Román, espera!

Pero Román no estaba escuchando.

Se alejaba furiosamente, cada paso duro y rápido, con los hombros rígidos, y su energía irradiando una frialdad que ella sintió perforar su pecho. Era como si no pudiera soportar estar cerca de ella en ese momento.

Sin otra opción, Violeta empujó más fuerte, corriendo hasta adelantarlo y cortarle el paso.