La Voluntad de la Diosa

Irene se enderezó de inmediato tan pronto como la llamada se conectó. —¿Hola?

—¿Hola? ¿Quién es? —La voz de Nancy se escuchó del otro lado.

—Soy Irene Hale, Alfa de la manada del Este —se presentó.

—Oh, hola, Irene —la voz de Nancy se llenó de emoción—. Qué suerte la mía, considerando que estaba a punto de llamarte porque no he podido contactar a mi hija durante casi dos días y acabo de descubrir por mi esposo que se supone que tú liderarás la búsqueda de ella… —soltó un profundo suspiro y preguntó con vacilación—. ¿Le pasó algo a mi hija?

—No, nada le pasó a Violeta. Ella está a salvo conmigo ahora mismo.

—Oh, gracias a Dios —Nancy respiró aliviada—. Gracias por encontrarla. Y espero que Griffin también esté bien.

—Ambos están bien.

—Es bueno saberlo. Supongo que tengo que recoger a mi hija. ¿Dónde estás exactamente ahora?

—Uh, sobre eso… —Irene se rascó la cabeza nerviosamente—. Hay algo que debes saber sobre Violeta y Griffin… —¿Cómo iba a dar esta noticia exactamente?