—Veo que estás comenzando a aprender, hermanita. —Las palabras sonaron alentadoras, pero la risa divertida goteaba con la satisfacción de alguien que la veía luchar, aún un paso atrás.
La expresión de Violeta se endureció. Ya no había necesidad de ser suave con él. Este era el momento de ponerse serio.
—¿Estás en comunicación con Angus?
—Buena pregunta. No, no estoy en comunicación con Angus —respondió, luego continuó preguntando—. ¿Por qué están tus dones dormidos?
—¿Por mis dones te refieres a mi lado de lobo o mi lado de las hadas? ¿O debería responder ambos y tratarlo como tu segunda y tercera pregunta? —desafió Violeta.
Por un segundo, Micah simplemente la miró y se rió a carcajadas, como si no pudiera creer que ella intentara ser más astuta que él.
—Tengo que reconocerte eso; eres una aprendiz rápida, Violeta. Sin embargo, me refiero a tu lado de las hadas. ¿Por qué no puedo sentir tu magia?
—Está encerrada —respondió Violeta.