—¿Ah? —Al oírme preguntar esto, Wang Yaqi se quedó atónita y luego me miró con fiereza—. ¿Qué... qué estás preguntando? ¿Qué te importa si soy virgen o no? Además, no estoy casada; eso es normal, ¿no?
—Normal, totalmente normal. En estos días, alguien tan puro como el señor Wang es realmente raro —dije, y sentí la barrera con mi dedo con cuidado.
—Tú... saca tu mano ahora mismo —Wang Yaqi estaba tanto avergonzada como ansiosa, casi llorando.
—Puedo sacarla, pero tienes que aceptar una condición.
—¿Ah? Tú... qué descarado, ¿incluso quieres establecer condiciones? —Wang Yaqi puso cara de disgusto—. Tú... tú no querrás hacer eso conmigo, ¿verdad?
Su discurso comenzó a tartamudear, demasiado tímida para continuar.
—Deja de fantasear. Solo quiero ayudarte a tratarlo. Por cierto... preguntar sobre tus orígenes —dije con una sonrisa.
Wang Yaqi se sobresaltó de nuevo y miró inconscientemente sus pechos—. ¿Tratar? No, no... olvídalo.