Mientras me pellizcaba, maldecía, yo estaba con tanto dolor, pero al mismo tiempo, sentía una extraña sensación de consuelo.
Lejos de disminuir, incluso se hizo más firme, temblando con cada movimiento.
Al verme así, la chica se enfureció aún más, su rostro lleno de asco.
—Pervertido, pervertido, eres solo un maldito pervertido.
Al final, lo golpeó fuerte y luego lo soltó con una cara llena de repugnancia. Probablemente porque estaba muy incómoda entre las piernas, bajó la mano para ajustar sus bragas, giró la cintura y me fulminó con la mirada furiosa.
La verdad, yo también estoy muy enojado ahora porque no hice nada, y aun así ella me etiquetó como una vergüenza.
¿A quién demonios provoqué?
—¿Estás loca? He visto demasiadas mujeres como tú, ni siquiera vales la pena como para que yo te drogue.
Torcí los labios, lleno de desdén.
—Tú...
Me miró furiosamente, su impresionante pecho subiendo y bajando por la ira, a punto de explotar de rabia.