Estimulado por ella, ese gigantesco dragón no solo no se marchitó sino que se volvió aún más vivaz.
—Tú...
Esto realmente enfureció a Wang Yaqi; me miró con furia y bufó —¿Qué porquería estás pensando ahora en esa cabeza tuya? ¡Deja de pensar en ello, baja, baja!!!
Probablemente muy resentida, esta chica estiró su mano y abofeteó a mi gigantesco dragón.
—Ssss...
Vaya, esa sí que fue un golpe de verdad.
Aunque dolió un poco, también fue increíblemente emocionante.
—Ah... qué calor.
Wang Yaqi, con disgusto, sacudió su mano —Puaj, esto es tan asqueroso, es repugnante.
—¿Asqueroso? No siento que sea sucio para nada.
—Tonterías, es el lugar por donde orinas, ¿cómo no va a ser sucio?
Wang Yaqi dijo.
—Señorita Wang, este lugar en nosotros los hombres es diferente de las mujeres, definitivamente no es feo, no lo creerás a menos que lo huelas.
Me paré con las manos en la cintura, empujé mi cintura hacia adelante y la balanceé frente a ella.