Con mi continuo asalto, sus gritos gradualmente cambiaron de dolor a comodidad, con lágrimas todavía en sus ojos, pero su mirada comenzaba a desenfocarse.
—Xu Tian, más rápido, más rápido, ya casi estoy ahí... hmm, ¡ah!
Acompañada de sus gemidos agudos, un cálido líquido estalló dentro de ella.
—Ahhh...
El cuerpo de Hao Meiyun seguía temblando, mordía su mano para evitar que sus gritos fueran demasiado fuertes.
Su expresión era de inmenso placer, como si todo su ser quisiera volar, sus ojos llenos de vergüenza, aparentemente incapaz de aceptar exponer un lado tan embarazoso de sí misma en frente de mí.
—Xu Tian, es demasiado peligroso aquí, podrían descubrirnos en cualquier momento —dijo.
Los ruidos afuera la hacían temblar incontrolablemente, como si estuviera aterrada al extremo.
Varias veces, personas pasaban por la ventana, lo cual era realmente peligroso.
Con sus caderas levantadas, seguía chocando contra mí, señalándome que retrocediera, que no debíamos quedarnos aquí.