Capítulo 2: La Estrategia de Sobrevivir
La voz resonó nuevamente en mi mente, fría y autoritaria:
"Tercera fase del tutorial iniciada: Estrategia."
De repente, un torrente de información invadió mi cabeza, como si alguien me estuviera implantando conocimientos que nunca había tenido. Era abrumador, pero al mismo tiempo, algo en mí comenzaba a entenderlo todo.
Cada ficha en el tablero representaba una unidad específica, y cada movimiento que realizara determinaba las acciones de esas unidades en el campo de batalla. Tenía 18 piezas a mi disposición, y con ellas debía derrotar al ente que estaba frente a mí.
La voz habló de nuevo, esta vez con un tono distinto, casi burlón:
"Entre más rápida y eficaz sea tu estrategia, mayor será la recompensa al finalizar el tutorial."
¿Recompensa? pensé por un momento, pero la duda no tardó en asaltarme. ¿Y qué pasa si pierdo?
Miré al ente, que permanecía inmóvil en su silla, como si disfrutara de mi confusión. No podía ver su rostro, pero podía sentir una presión abrumadora viniendo de él, como si estuviera evaluando cada uno de mis movimientos incluso antes de que los hiciera.
Respiré hondo y llevé mi mano hacia una de las fichas en el tablero. Al moverla hacia adelante, algo increíble ocurrió: la ficha se transformó, convirtiéndose en un campamento militar en miniatura. Dentro de ese campamento había soldados que parecían esperar mis órdenes.
"Esto... es demasiado real."
Podía sentir el frío acero de sus armas, el peso de sus armaduras, e incluso el calor de las antorchas encendidas. La escena era tan vívida que por un momento olvidé que estaba en un tutorial.
"Así que este es el juego."
Con un nudo en el estómago, observé cómo las criaturas comenzaban a avanzar hacia mi campamento. Sin tiempo que perder, comencé a organizar a mis soldados.
"Si esto se trata de estrategia, entonces voy ganar pase lo que pase."
Y así, comenzó la tercera fase del tutorial.
El ente permanecía silencioso, pero su siguiente movimiento lo dijo todo. Movió otra pieza con una calma desconcertante, y en su lugar emergieron unas torretas que disparaban flechas en todas direcciones.
La presión aumentaba, pero las reglas implantadas en mi mente eran claras: si perdía mi última unidad, el juego terminaba. ¿Y qué significaba terminar? No tenía intención de averiguarlo.
"No hay margen para errores."
Sin perder tiempo, moví otra ficha del tablero. Al instante, aparecieron dos puestos de francotiradores. En las torres improvisadas que surgieron de la nada, dos arqueros con arcos inmensos tomaron posición, listos para disparar.
La atmósfera cambió. Era como si el ente hubiera estado esperando este momento. Con un leve gesto de su mano, mandó a su horda al ataque. Decenas de criaturas avanzaron como una ola de destrucción hacia mi campamento. Mi corazón latía a mil por Entonces en el ambiente renosola aquella voz.
-"Ronda de ataque."
Pero sin prestarle mucha atención en mi mente solo pensaba.
"¡Es ahora o nunca!"
Los soldados dentro de mi campamento reaccionaron de inmediato, levantando sus armas para repeler la primera embestida. Los francotiradores apuntaron con precisión quirúrgica, derribando a las criaturas más grandes antes de que pudieran acercarse. Las flechas de las torretas del ente llovían sobre mi base, pero los soldados resistieron con valentía.
El ataque terminó tan rápido como comenzó, y, sorprendentemente, había salido casi ileso.
Una sonrisa irónica apareció en mi rostro mientras agarraba otra ficha.
"Ahora es mi turno."
Moví una pieza estratégicamente, invocando dos soldados con armaduras pesadas. La imponente figura de estos guerreros parecía intimidar incluso al enemigo sin rostro que tenía enfrente.
Con un gesto de mi mano, los envié al frente, utilizándolos como escudos vivientes. Las flechas de las torretas rebotaban inútilmente contra sus armaduras.
"Hora de contraatacar."
Mientras los soldados pesados resistían el daño, mandé al resto de mis unidades detrás de ellos. La combinación fue devastadora. En cuestión de minutos, las torretas del ente cayeron, y con ellas, sus últimas defensas.
Cuando la última pieza enemiga fue destruida, el tablero quedó vacío. El campo de batalla desapareció, dejando solo la fría mesa entre nosotros. Por un instante, todo quedó en silencio.
Sin previo aviso, el ente comenzó a reír. Era una risa sin sonido, pero su intensidad resonaba en mi mente como un eco abrumador. ¿Cómo podía algo sin rostro, ni boca, ni siquiera voz, reírse así?
Antes de que pudiera procesarlo, movió una pieza en el tablero.
En un abrir y cerrar de ojos, frente a mí apareció un campamento mucho más imponente que el mío. Pero lo que realmente me hizo tragar saliva fueron las criaturas que emergieron de él: enormes orcos con hachas colosales, cada uno de ellos más aterrador que cualquier cosa que hubiera enfrentado hasta ahora.
"Esto no será fácil..."
Mi turno llegó, y no dudé. Moví una ficha rápidamente. El tablero respondió a mi estrategia, materializando una línea de pinchos defensivos frente a mi campamento.
El ente, con la misma calma desquiciante de siempre, movió otra pieza. De repente, hechiceros cubiertos con túnicas negras aparecieron en el campo. Sus manos brillaban con una energía oscura que parecía devorar la luz a su alrededor.
"¿Hechiceros ahora? Esto se está poniendo peor..."
El sudor comenzaba a correr por mi frente. Pensé rápido y moví otra ficha. En respuesta, mis soldados se vieron equipados con mejores armas y armaduras, sus espadas brillando como si hubieran sido forjadas en fuego celestial.
El ente, como si todo estuviera siguiendo un plan meticulosamente diseñado, movió su última pieza de preparación. Esta vez, lo que apareció fue completamente inesperado: tres catapultas, cada una cargada con proyectiles de piedra oscura.
"¡¿Catapultas?! Esto no es justo."
No había tiempo para lamentaciones. Sabía que debía prepararme antes de que comenzara su ataque. Con determinación, moví otra ficha, invocando una nueva unidad.
De las sombras surgieron asesinos, rápidos y sigilosos, vestidos de negro. Sus dagas brillaban con un filo mortal, y sus movimientos eran tan ágiles que casi parecían danzar sobre el tablero.
El tablero estaba listo. Las piezas colocadas. Las estrategias desplegadas.
El ente, a pesar de su inexpresividad, parecía disfrutar el momento. Era como si supiera algo que yo no, y eso me inquietaba más que cualquier ataque.
Sin embargo era hora de lo que me temía entonces el sistema dijo.
-"Ronda de ataque."
Entonces vi como aquel ente empezó su ataque..