Vamos, Cariño

—¿Por qué no está allí… —Zhang Tianhao se comportaba como un loco. Sacudió la mochila violentamente y luego la lanzó al suelo.

—Es imposible. ¡Dime! ¿Dónde la escondiste? —Levantó la cabeza y miró a Tang Hao con ojos maliciosos.

—Digo, Joven Maestro Zhang, ya has registrado mi mochila una y otra vez. ¿Por qué insistes tanto? ¿Y por qué estás tan seguro de que robé tu anillo?

—¿No me dirás... que estás intentando incriminarme de algo? —Los ojos de Tang Hao se entrecerraron y parecía que jugaba con su presa.

—No me acuses, ¡Tang Hao! —Zhang Tianhao estaba empezando a entrar en pánico—. Dime, ¿dónde escondiste el anillo?

—¿Por qué me preguntas a mí? Nunca toqué tu anillo y mucho menos lo robé. ¿Podría ser que lo hayas dejado en otro sitio y lo hayas olvidado?

—¿Cómo podría ser? Lo llevaba en mi bolsillo todo este tiempo. Después de tocar tu hombro, desapareció. ¿Quién más podría haberlo robado si no fuiste tú!