Se sintió aliviado al llegar a ese pensamiento, como si se hubiera vengado con éxito. Se dio la vuelta, encontró a Tang Hao entre la multitud y le lanzó una mirada condescendiente.
«No debería perder mi tiempo con ese campesino. ¡Solo va a rebajarme a su nivel!», murmuró para sí mismo, sintiéndose bastante engreído.
Caminó hacia el área de recepción del campamento, se cambió de ropa y regresó poco después. Llevaba un traje de negocios y zapatos de cuero relucientes, y una vez más era el glamoroso Presidente del Consejo Estudiantil.
Sin embargo, su andar seguía siendo antinatural.
A pesar de eso, no disminuía su glamour. Sus compañeras menores lo miraban con ansias.
—¡Me voy, damas! ¡Las extrañaré!
Mientras caminaba, saludaba con la mano y ocasionalmente enviaba besos volados.
Su expresión se hundió al pasar junto a Tang Hao.
«Maldita sea, ¡este chico tiene demasiada suerte!», pensó.
Levantó la barbilla y miró a Tang Hao con arrogancia.