—¡Jajaja! ¿Qué quiero?
Liu Yufen comenzó a reír a carcajadas como una maniaca.
Su expresión se tornó abruptamente en algo vicioso y aterrador mientras apuntaba a Han Yutong.
—¿Por qué no le preguntas a esa despreciable zorra? Pregúntale por las cosas que susurra en los oídos de los hombres con los que se acuesta. ¡Quiere arruinar mi Grupo Yu Lin!
—Eres una desagradecida, pequeña zorra. Mi marido es el que te dio la vida. No me importa si no lo reconoces como tu padre; tampoco queremos ninguna relación con gente como tú.
—Pero si dañas activamente a mi familia, entonces eres una hija traidora.
Todos a su alrededor exclamaron sorprendidos nuevamente.
—¡Oh, no solo se acuesta con su jefe, sino que también intenta arruinar otra familia! ¡Qué niña tan detestable!
Las mujeres de mediana edad chismeaban.
Su mirada hacia Han Yutong llevaba algo de condescendencia y desdén.